Anónimo
agosto 15, 2023
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¡Gracias Dra. Itzel Alvarado por cambiarme la vida!
Mi proceso con endometriosis prácticamente empezó desde que empecé a menstruar, es decir, a los 12 años. Todos los ciclos que tenía eran muy dolorosos, tomaba miles de pastillas de diferentes laboratorios esperando encontrar alguna que me funcionara, sin embargo, los dolores no disminuían; para mí, “esos días” eran incapacitantes, en ocasiones llegué a faltar a la escuela y a no querer salir.
Con el paso de los años me fui “acostumbrando” y “adaptando” a esa situación, incluso hasta llegué a verlo como que me había tocado la mala suerte de sufrir por cólicos fuertes. Posteriormente empecé con ciertos descontroles con mis periodos, mi flujo era cada vez más abundante, los espasmos eran horribles, tomaba pastillas cada 8 horas para medio controlar el dolor y comenzaba tener manchados intermenstruales.
Acudí con diferentes ginecólogos que sólo me diagnosticaban “dismenorrea severa” o “desajuste hormonal”, a lo cual me recetaban pastillas anticonceptivas por un tiempo para estabilizarme, pero al cabo de un tiempo volvía a recaer y los dolores iban en aumento, ya no eran sólo “esos días”, sino que eran 24 por 7; si bien eran aún más intensos durante mi periodo, pero ya no desaparecían por completo.
A los 23 años, cansada de las pastillas anticonceptivas, de escuchar los diagnósticos de “Desajuste hormonal” y “Dimenorrea fuerte”, acudí con la Dra. Itzel Alvarado, esperando tener una solución a mis problemas. La Doctora, al escuchar mis antecedentes y luego de una revisión confirmó que se trataba de “Endometriosis”, tenía un endometrioma en el ovario derecho de 1cm. Automáticamente mi mente proyectó infertilidad que era lo único que conocía de dicha enfermedad y revivió uno de mis temores más grandes, pues tener hijos para mi es una ilusión muy grande.
La Doctora con toda la paciencia del mundo me explicó que, si podía tener hijos, pero dadas mis condiciones era óptimo no postergar la situación para después de los 30 años. Por otro lado, una operación no era necesaria al momento, es decir era un hecho que algún día iba a pasar, pero no era urgente, nuestro deber en ese momento era monitorear mi nivel de fertilidad (porque yo si quería tener hijos), controlar y vigilar el endometrioma para que su crecimiento no fuera tan acelerado y, una vez que el endometrioma alcanzara los 3 cm valoraríamos la operación dependiendo de las molestias que tuviera.
Por 4 años estuve controlada con el DIU Mirena, un dispositivo noble y cómodo que me ayudaba a controlar los malestares y el avance de la endometriosis. Mi nivel de fertilidad se mantenía por arriba del promedio y mi tranquilidad aumentaba a pesar del reto que representaba para mí el no obsesionarme con tener hijos antes de los 30 años. Posteriormente comencé a experimentar dolores intensos nuevamente, a pesar de estar controlada y en mi revisión periódica encontramos que el endometrioma había crecido al doble de lo que estaba un año anterior, es decir, medía 6 cm y mi nivel de fertilidad había bajado un poco, por lo que el momento de la operación finalmente había llegado.
La Doctora Itzel tuvo a bien explicarme que por el tamaño del endometrioma prácticamente tenía que quitarme el ovario derecho, y que ello implicaba que mi nivel de fertilidad bajaría considerablemente. Ella, sabiendo de mi ilusión por ser madre y como especialista en medicina de la reproducción, me sugirió la congelación de mis óvulos.
Estuve un par de meses considerando la idea debido a comentarios de terceros acerca de que era un método antinatural, de que no debería de forzar las cosas si no se me daban o incluso de que tuviera un hijo ya. Finalmente, con ayuda del Psicólogo y de la Doctora, me quité todas esas telarañas de la cabeza y acepté la idea de que no tener un ovario no me hacía menos, de que congelar mis óvulos era un recurso que el avance de la ciencia me permitía tener tranquilidad, cumplir mis sueños y ganar tiempo, pues ya no me limitaba a los 30, además de que podría usarlos en caso de no lograr un embarazo espontáneo dada mi condición.
Me quitaron el DIU Mirena y comenzamos con la estimulación de mis óvulos que fueron cerca de 15 días hasta la extracción, todo el tiempo estuve de la mano de la Dra Itzel, quien estuvo muy al pendiente de mi todo el tiempo. Con la estimulación experimenté muchas situaciones como las de un embarazo real, mis hormonas estaban a tope, estaba muy sensible, tenía antojos que pasaban de lo dulce a lo salado en un segundo, náuseas y bueno, un abdomen enorme que me hacía lucir como embarazada, esto último a consecuencia también de mi endometrioma de 6cm.
En mi caso no fue un proceso tan sencillo porque a pesar de que se me mandaba doble dosis de medicamentos para sobre estimularme, la endometriosis luchaba por hacer el efecto contrario; pero gracias a la sabiduría y la experiencia de la Dra Itzel, se logró, pudiendo extraer 21 óvulos de los cuales 14 fueron candidatos a la congelación.
Cuando llegó el día de la cirugía, lejos de sentirme nerviosa, me sentía emocionada porque estaba segura que mi vida cambiaría, no estaba segura de que el dolor y algunos padecimientos se quitaran por completo, pero me emocionaba descubrirlo y que mi calidad de vida mejorara. La cirugía comenzó cerca de las 6:30 am y es todo lo que recuerdo. Al despertar en la habitación del hospital, la Dra y los enfermeros me preguntaban si tenía dolor, pero yo ciertamente no sentía ni dolor, ni ardor, sólo me sentía adolorida como si hubiera hecho muchas abdominales y como si tuviera una leve colitis. Las heridas de la cirugía eran pequeñas, donde la más grande era de 2 cm. Me explicaron que mi ovario, el ovario que consideraba perdido se había salvado y la verdad hasta ahora no me explico cómo lo logró la Doctora, con eso sigo pensando que en mejores manos no pude estar. Una vez más su experiencia y sabiduría estuvo presente.
Por último y posterior a la cirugía, la Dra. Itzel me volvió a controlar con el DIU Mirena para reducir el riesgo de volverse a formar otro endometrioma; como por arte de magia se fueron los dolores y todas las molestias que tenía. Hoy, a 5 meses de mi operación y 7 de mi congelación de óvulos, compruebo que mi calidad de vida cambió mucho, no tengo dolores durante las relaciones sexuales, de repente tengo cólicos muy leves y a penas notorios, no tengo sangrados intermenstruales, ya no tengo la limitante de los 30 años para tener hijos.
¡Gracias Dra. Itzel Alvarado por cambiarme la vida!
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Alina
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